Comienza la retirada del combustible irradiado de la piscina nuclear de Garoña
La empresa pública Enresa (Empresa Nacional de
Residuos) ha comenzado la retirada del combustible irradiado de la piscina de
la central nuclear de Santa María de Garoña, una de las actuaciones incluidas en
la I Fase de desmantelamiento de la planta, cerrada definitivamente en 2017 y
cuya titularidad se cedió a Enresa el pasado mes de julio.
El director operativo de Enresa en la planta, Óscar
Gómez, ha explicado durante una visita de periodistas a la instalación para
conocer la marcha del desmantelamiento que ésta es la parte distintiva de
Garoña, ya que otras plantas no contaban con piscina de combustible irradiado
en su interior.
"Es una tarea delicada, pero no extraña, porque
en todas las centrales nucleares se realiza el vaciado de estas unidades de
combustible gastado, aunque en este caso la peculiaridad es que no se va a
hacer poco a poco, sino que se tendrá que vaciar completamente la
piscina", que alberga sumergido todo el combustible gastado por la central
desde su puesta en servicio en 1971.
Todo ese combustible irá a parar a un Almacén
Temporal Individualizado (ATI), que se encuentra en las propias instalaciones
de la planta nuclear, donde deberá permanecer hasta 2070, si se cumplen las
previsiones del Consejo de Seguridad Nuclear de contar para entonces con un
Almacén Centralizado que albergue este tipo de materiales de alta actividad.
El director de la instalación, también de Enresa,
Manuel Ondaro, ha detallado que hasta ahora se han sacado de la piscina 52
elementos y se ha llenado un único contenedor, aunque en la segunda quincena de
enero esperan llenar otros cuatro con otros 208 elementos, de los 2.505 que
había originalmente en la piscina.
Precisamente la vigilancia y control del nivel de
agua y otros parámetros de la piscina y de las condiciones de presión del único
contenedor lleno actualmente en el ATI es la tarea que ha quedado en la Sala de
Control de la planta nuclear, el cerebro de la instalación.
En este momento, se estima que ha reducido su
actividad al 20% respecto al momento en que la central estaba en plena
actividad, por lo que también se ha reducido su personal, que en este momento
es de cuatro trabajadores por turno, la mitad de lo que había hasta el inicio
del desmantelamiento.
Ondaro ha afirmado que se mantiene la previsión de
diez años para el desmantelamiento, cuya primera fase durará tres años y se
centrará en retirada de parte de los residuos de media, baja y muy baja
actividad, que se enviarán al de Enresa en El Cabril (Córdoba); la retirada del
combustible irradiado; y el desmantelamiento de la Sala de Turbinas, que se
convertirá en edificio auxiliar para el resto del proceso.
También se mantiene la estimación presupuestaria de
475 millones de euros para el desmantelamiento, a los que habrá que sumar otros
180 millones de euros para los contenedores del combustible gastado y el ATI.
Durante todo el proceso trabajarán en la instalación
31 empleados de Enresa, 75 de Nuclenor, la empresa propietaria de la planta,
que recuperará su titularidad cuando finalice el desmantelamiento, 185 de
empresas colaboradoras y un número indeterminado de trabajadores de los
contratistas de obras que se encargarán de algunas partes de demolición y
desmantelamiento de las zonas que queden descontaminadas.
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