La fusión nuclear: un Sol en la Tierra
A lo largo de esta semana, son muchos los medios que
se han hecho eco de los sorprendentes resultados del National Ignition Facility
del laboratorio Lawrence Livermore National Laboratory (California): el anuncio
de la que sería la primera ganancia neta de energía de una fusión nuclear, es
decir, el primer reactor de fusión eficiente de la historia.
Sin embargo, en primer lugar es importante entender
en qué consiste la fusión nuclear así como sus ventajas asociadas, como también
que estos resultados no aseguran que hayamos obtenido una nueva fuente de
energía barata y limpia. Al menos, no a corto plazo.
Un reactor de fisión intenta emular las reacciones
que se producen en las entrañas de nuestro Sol, o de cualquier otra estrella.
En el Sol, no se fisionan (rompen) átomos de uranio tal y como se hace en los
reactores nucleares de fisión, sino que se fusionan (unen) átomos de hidrógeno
para formar helio.
El problema es que hay enormes obstáculos
tecnológicos que salvar para lograr recrear los procesos del Sol en un
laboratorio. Básicamente, como explica Alfredo García en su libro La energía
nuclear salvará el mundo, el principal problema reside en las fuerzas
electrostáticas de repulsión de los núcleos. En el Sol no existe este problema
debido a las altas presiones como resultado de la enorme gravedad de nuestra
estrella, junto a la gran velocidad debida de las altas temperaturas. Sin
embargo, el combustible necesario para la fusión, los isótopos de hidrógeno,
deben calentarse mucho: “Del orden de 150 millones de grados centígrados (para
que te hagas una idea, la temperatura del núcleo del Sol es de 15 millones,
diez veces más pequeña) y debe mantenerse confinado a muy alta presión el
tiempo suficiente para que los núcleos se fusionen [...] Con la tecnología
actual, la reacción de fusión más factible es entre deuterio (D) y tritio (T)”.
Hasta ahora no se ha podido crear un dispositivo que
pueda calentar el combustible DT (deuterio-tritio) a altas temperaturas y
confinarlo mientras se produce la reacción de fusión.
Para lograrlo en el experimento del National
Ignition Facility se ha bombardeado una pequeña bola de plasma de hidrógeno
(una pequeña esfera del tamaño de un guisante rellena de combustible de
hidrógeno) con el láser más grande del mundo hasta conseguir las condiciones
necesarias de una fusión. De este modo, la fusión se ha conseguido a través de
lo que se denomina confinamiento inercial, pero solo durante una fracción de
tiempo muy pequeña.
Las ventajas de la fusión son evidentes. El
hidrógeno es una fuente de energía virtualmente inagotable y extremadamente
barata. Tampoco se generan residuos radiactivos. Y, además, se puede producir
todavía más energía por cantidad de combustible que en los reactores de fisión.
Hasta ahora se había podido crear un dispositivo
capaz de calentar el combustible y confinarlo mientras se produce la fusión.
Por si fuera poco, la producción de esta energía es
mucho más segura que la de fisión, porque se detiene completamente cuando se
deja de suministrar combustible al reactor (en los reactores de fisión, incluso
una vez detenidos se continúa generando calor por la desintegración
radiactiva).
De acuerdo con los resultados preliminares, en el
experimento se habrían producido alrededor de 2,5 megajulios de energía, lo que
supondría el 120% de los 2,1 megajulios de energía empleados por los láseres.
Sin embargo, si bien estamos frente a una buena noticia, quizá los medios de
comunicación más generalistas la han presentado con un exceso de entusiasmo. A
continuación, vale la pena recordar algunas advertencias para valorar en su justa
medida este nuevo avance.
La implantación de la fusión nuclear requerirá de
una fuerte inversión y décadas de trabajo.
En primer lugar, los datos presentados no son
definitivos y deben someterse a una revisión por pares. También debe lograrse
replicar el resultado para asegurar que lo obtenido no ha sido fruto de un error
de medición o, incluso, de una mala interpretación de los investigadores.
En segundo lugar, aunque se confirmen los
resultados, ello no va a cambiar el panorama actual de la energía a corto
plazo. Lograr que la fusión nuclear entre a formar parte de la oferta comercial
actual de fuentes de energía requiere de una fuerte inversión y más
investigación adicional que podría llevar varios años de trabajo, probablemente
varias décadas.
Según explica Jeremy Chittenden, profesor de Física
de Plasma del Imperial College de Londres en declaraciones al Science Media
Centre: “También tendremos que encontrar una manera de reproducir el mismo
efecto con mucha más frecuencia y mucho más barato antes de que podamos
convertir esto de manera realista en una planta de energía".
Hechas estas salvedades, sin duda los datos
preliminares presentados hasta el momento por el Laboratorio Nacional Lawrence
Livermore abren la puerta a un futuro de energía barata y libre de emisiones.
Con todo, aún habrá que tener un poco de paciencia.
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