China controla los materiales necesarios para la electrificación de todo el planeta
El Profesor Andrew R. Barron ha sido uno de los
colaboradores del episodio 'Viaje a ninguina parte' de la miniserie documental
Control Z, abogando por un programa científico al estilo del programa Apolo y
otras medidas que anulen el dominio virtual que China tiene ahora sobre
baterías y renovables. El Prof. Barron ostenta la cátedra Sêr Cymru de Energía
y Medio Ambiente de Bajo Carbono en la Universidad de Swansea, la cátedra
Charles W. Duncan, Jr. - Welch de Química de la Universidad de Rice, Texas, y e
Profesor de Ciencias de los Materiales en esa universidad. Es experto en la
aplicación de la nanotecnología a problemas fundamentales en la energía y los
problemas ambientales globales. — Imagina un mundo en el que todos los países
no sólo han cumplido el acuerdo climático de París, sino que se han alejado por
completo de los combustibles fósiles. ¿Cómo afectaría este cambio a la política
mundial? El siglo XX estuvo dominado por el carbón, el petróleo y el gas
natural, pero un cambio hacia la generación de energía y el transporte sin
emisiones significa que un nuevo conjunto de elementos será clave. La energía
solar, por ejemplo, sigue utilizando principalmente la tecnología del silicio,
cuya principal materia prima es la roca cuarcita. El litio representa el recurso
clave y limitante para la mayoría de las baterías, mientras que los metales de
tierras raras, en particular los lantánidos como el neodimio, son necesarios
para los imanes de los generadores de las turbinas eólicas. El cobre es el
conductor preferido para la energía eólica, ya que se utiliza en los bobinados
de los generadores, los cables de alimentación, los transformadores y los
inversores.
Al considerar este futuro es necesario entender
quién gana y quién pierde con el cambio del carbono al silicio, el cobre, el
litio y los metales de tierras raras. Los países que dominan la producción de
combustibles fósiles serán en su mayoría conocidos:
La lista de países que se convertirán en las nuevas
"superpotencias de las renovables" contiene algunos nombres
conocidos, pero también otros. Las mayores reservas de cuarcita (para la
producción de silicio) se encuentran en China, Estados Unidos y Rusia, pero
también en Brasil y Noruega. Estados Unidos y China son también grandes fuentes
de cobre, aunque sus reservas están disminuyendo, lo que ha hecho que Chile,
Perú, el Congo e Indonesia pasen a primer plano. Chile también tiene, con
diferencia, las mayores reservas de litio, por delante de China, Argentina y
Australia. Si se tienen en cuenta los "recursos" de menor calidad —
que aún no pueden extraerse —, Bolivia y Estados Unidos pasan a engrosar la
lista. Por último, los recursos de tierras raras son mayores en China, Rusia,
Brasil y Vietnam.
De todos los países productores de combustibles
fósiles, son EEUU, China, Rusia y Canadá los que más fácilmente podrían hacer
la transición a los recursos energéticos verdes. De hecho, resulta irónico que
Estados Unidos, quizá el país más resistente políticamente al cambio, sea el
menos afectado en lo que respecta a las materias primas. Pero es importante
señalar que un grupo de países completamente nuevo también se encontrará con
que sus recursos naturales tienen una gran demanda.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo
(OPEP) es un grupo de 14 naciones que, en conjunto, contienen casi la mitad de
la producción mundial de petróleo y la mayoría de sus reservas. Es posible que
se cree un grupo afín para los principales productores de materias primas
energéticas renovables, desplazando el poder de Oriente Medio hacia África
central y, sobre todo, Sudamérica. Es poco probable que esto ocurra de forma
pacífica. El control de los yacimientos petrolíferos fue uno de los motores de
muchos de los conflictos del siglo XX y, si nos remontamos más atrás, la
colonización europea estuvo impulsada por el deseo de obtener nuevas fuentes de
alimentos, materias primas, minerales y, más tarde, petróleo. El paso a las
energías renovables puede provocar algo similar. A medida que un nuevo grupo de
elementos se vuelve valioso para las turbinas, los paneles solares o las
baterías, los países ricos pueden asegurarse el suministro mediante una nueva
era de colonización. Dictadores del viejo y nuevo mundo se dan la mano. China
ya ha iniciado lo que puede denominarse "colonización económica",
estableciendo importantes acuerdos comerciales para garantizar el suministro de
materias primas. En la última década ha realizado una inversión masiva en la
minería africana, mientras que acuerdos más recientes con países como Perú y
Chile han extendido la influencia económica de Pekín en Sudamérica.
Con estos antecedentes, se pueden prever dos
versiones del futuro. La primera posibilidad es la evolución de una nueva
organización al estilo de la OPEP con el poder de controlar recursos vitales
como el silicio, el cobre, el litio y los lantánidos. La segunda posibilidad
implica la colonización de los países en desarrollo en el siglo XXI, creando
supereconomías. En ambos futuros existe la posibilidad de que las naciones
rivales corten el acceso a recursos energéticos renovables vitales, tal y como
han hecho en el pasado los grandes productores de petróleo y gas.
En el lado positivo hay una diferencia significativa
entre los combustibles fósiles y los elementos químicos necesarios para la
energía verde. El petróleo y el gas son productos consumibles. Una vez que se
construye una central eléctrica de gas natural, debe tener un suministro
continuo de gas o deja de generar. Del mismo modo, los coches de gasolina
necesitan un suministro continuo de crudo para seguir funcionando. En cambio,
una vez que se construye un parque eólico, la generación de electricidad sólo
depende del viento (que no dejará de soplar) y no hay necesidad continua de
neodimio para los imanes ni de cobre para los bobinados del generador. En otras
palabras, la energía solar, la eólica y la de las olas requieren una compra
única para asegurar la generación de energía a largo plazo.
La reducción de la vida útil de los coches y los
dispositivos electrónicos implica una demanda continua de litio. La mejora de
los procesos de reciclaje permitiría superar esta necesidad continua. Así pues,
una vez que la infraestructura está en marcha, se puede negar el acceso al
carbón, el petróleo o el gas, pero no se puede cerrar el sol o el viento. Sobre
esta base, el Departamento de Defensa estadounidense considera que la energía
verde es clave para la seguridad nacional. Un país que cree una infraestructura
de energía verde, antes de que el control político y económico pase a manos de
un nuevo grupo de "potencias mundiales", se asegurará ser menos
susceptible de ser influenciado en el futuro o de ser rehén de un gigante del
litio o del cobre. Pero los que se suban tarde a este carro descubrirán que su
falta de visión tendrá un alto precio. Por último, será importante que los
países con recursos no se vendan baratos al primer postor con la esperanza de
ganar dinero rápido, porque, como descubrirán los grandes productores de
petróleo en las próximas décadas, nada dura para siempre. — Este artículo ha
sido traducido y publicado en Novaceno con licencia Creative Commons. Puede
leer el artículo original aquí.
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