Científicos británicos consiguen un nuevo tipo de fusión nuclear
Científicos de la Universidad de Oxford han desarrollado
un método completamente nuevo para obtener la fusión nuclear comercial. Afirman
que su tecnología es “la ruta más rápida, simple y barata para obtenerla” y
aseguran que tendrán una planta piloto generando unos 150 megavatios en la
década de los 2030. Si consiguen lo que prometen, sería una revolución
energética totalmente inesperada.
Por lo pronto, First Light Fusion — como se llama la
compañía salida de la universidad británica — afirma que han conseguido su
primera reacción de fusión usando este método inédito. El éxito, aseguran, “ha
sido validado por la Autoridad de la Energía Atómica del Reino Unido de forma
independiente”. Lo más sorprendente es la ridícula cantidad de dinero que han
invertido para llegar a este punto: sólo 54 millones de euros. Según esta
empresa, nadie en el campo de la fusión nuclear ha conseguido tanto con tan
poco. Apuntan que su logro es un testimonio del reducido coste de su
tecnología. Una tecnología a la que llaman “fusión por proyectil” y cuya
descripción parece salida de una película de ciencia ficción. Quizás sea así
porque suena muy diferente a todas las otras técnicas que conocemos, aunque sea
vagamente parecida a la fusión inercial por láser de compañías como Marvel
Fusion o HB11, que recientemente consiguieron su primera reacción de fusión.
De hecho, la compañía describe su “fusión por
proyectil” como un tipo de fusión inercial que es radicalmente diferente a todo
lo que se ha intentado hasta ahora. Y, atendiendo a la descripción de la misma,
parece que están en lo cierto, empezando por el combustible de fusión, el
deuterio.
Éste es encapsulado dentro de un cubo de un
centímetro de lado con unos extraños agujeros. Según First Light Fusion, tiene
una forma tan particular para crear una serie de ondas de choque y cavidades
que multiplican la presión en torno a la pequeña perla de combustible. Tanto
como producir la deseada fusión de los átomos de deuterio.
Para que suceda esto, este cubo es lanzado dentro de
la cámara de reacción. Inmediatamente después, un sistema de electroimanes
acelera un proyectil de metal con la forma de una moneda a 6,5 kilómetros por
segundo en la misma trayectoria.
Pero esa velocidad no es nada con lo que viene
después. Cuando el proyectil impacta por su parte plana contra una de las caras
del cubo con una presión de 100 gigapascales. En es momento, el cubo se empieza
a desintegrar. La ‘magia’ está en las cavidades del cubo, que al colapsar
generan una serie de ondas de choque que pueden verse en el vídeo sobre estas
líneas, con los colores representando la presión resultante.
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